18.8.11

Por una sola tarde, un par de horas hicieron que mi risa no dejara de sonar, que mi cuerpo no dejara de trasmitir felicidad y que mi cabeza no pudiera pensar en nada que no valiese la pena en ese momento. Me gustaría repetirlo día a día, que la niñez invadiese nuestras vidas y demostrar que los conflictos, habladurías y malos entendidos se quedan fuera cuando de amistad se trata.


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