13.12.10

18!


Imagínate que son velas, cada ventana encendida será un deseo que, cuando el inquilino de esa vivienda decida apagar, se cumplirá. Acurrucado en mi pecho sonreíste y como si de un juego se tratara, comenzamos a imaginar. Pusimos nombre a cada ventana y designamos un sueño a cada bombilla. Fue tan bonito que el protagonista indudable de tus palabras fuese nuestro futuro algo lejano...
Hablaste de nuestra atractiva complejidad con fe en su proceso y sonreías, de esa forma irresistible, cuando los deseos se centraban en las noches. Con la exactitud de tus palabras me hacías viajar a tus ilusiones y por momentos, olvidé a las agujas del reloj. Olvidé las posibilidades de un mañana sin tu voz o algún invierno sin tu risa. Olvidé los versos de soledad y el sentir de la preocupación. Las bombillas se apagaban y crecía mi utopía. Idealicé tu recorrido y soñé.

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